Ana del Arco y Pedro Casablanc en un momento del rodaje de 'Paraíso en llamas' (Foto: Rocío Alcaide)

Los últimos días de una revolución

Un espía engañándole a febrero su derrota roja. Su voz a máquina, letra a letra el plomo de sus palabras, fabulando acerca de la heroica resistencia de Málaga bajo las bombas. A la contra de su propaganda en la ciudad estallaban en mil pedazos el hambre, el desánimo, las sombras en alpargatas de media suela que no habían huido hacia Almería. En su salvaguardia apenas unos escasos milicianos románticos en su defensa numantina de la libertad, con fusiles Mauser de cinco disparos o quizás muertos ya sin saberlo a falta de escaparates en calle Larios donde reflejarse fantasmas. Desde el 28 de enero de 1937 el corresponsal de guerra Arthur Koestler narra un minuto mecanografiado en la bitácora de la última revolución para el News Chronicle. Ochenta y cuatro años después José Antonio Hergueta le pone imagen de narrativa cinematográfica  a estos doce despachos acerca del estado del frente y de Málaga. Un párrafo de voz interpretada con el trazo de quién graba lo que cuenta a navaja por Pedro Casablanc. El rostro de ficción del agente ruso de cuya labor nadie sospecha en una guerra española a la que le llevan tomando el pulso escritores como Hemingway, Auden y Dos Passos. Fotógrafos cuerpo a cuerpo de la talla de Capa y Gerda Taro, y en la Málaga que arde en sus iglesias y palacetes burgueses, en sus campos de batalla contra los insurgentes, la noruega Gerda Grepp y este seductor Jano, erudito y cosmopolita sin patria. Ambos son los protagonistas observadores del combate en “Paraíso en llamas”, la docuficción de MLK Producciones.

Esta historia es candidata al premio Goya al mejor cortometraje documental de 2020, y para animar con swing publicitario y elegancia de notas a pie del drama, Hergueta ha ideado la cuenta atrás de estas doce piezas de video con vocación de memoria, difundidas estos días previos a los Goya en FB y Twitter.

Los últimos días de una revolución son doce aguafuertes con poética del viejo reporterismo como trailer del corto de ‘Paraíso en llamas’, candidato al Goya

que cuentan el ensañamiento de la aviación con los barrios populares; el estoicismo andaluz en la mirada de los civiles; los cónsules abandonando la capital; la ofensiva de los sublevados en el sector suroeste. El seis de febrero de 1937 Koestler envía su penúltima crónica de información tergiversada con ánimo republicano. A refugio en su alcoba de invitados de Villa Santa Lucía engatilla sobre la dureza de las teclas su columna para el diario británico, a través de la Agence Espagne de Informations de dernière heure en la 13 rue de L´Ancienne-Comédie de Paris, tapadera en realidad del Komitern soviético. Esa misma mañana Grepp se ha despedido de la generosidad de su anfitrión sir Peter Chalmers-Mitchell. Tiene preocupado de peligro su rostro rubio, y está agotada de la tristeza amarga de sus reportajes en los frentes de Marbella, El Burgo y Alfarnate. No sabe que huyendo de Málaga será Oslo su cita en Samarcanda.

Denis Rafter como sir Peter Chamers-Mitchell en Villa Santa Lucía  (Foto: MLK Producciones)

Apenas un ligero equipaje y su Leica con un ojo bien abierto a cinco metros de la verdad en retrato, seguramente cargada con su última mirada amante al Casanova húngaro vagabundo de utopías. Y sobre todo de escenas de la gente en desbandá por la vereda junto al mar desde el que los cruceros Canarias y Cervera les disparaban oleaje de metralla. Cuatrocientos gramos abrigados con funda de cuero en cuyo corazón pesan los negativos de muchas figuras desvaídas que corren agarradas a la desesperación de la supervivencia. Los aviones de la Luftwaffe nazi pespuntan a ráfagas la carretera de cuerpos humildes descosidos en sangre. Nievan almendros en la Axarquía de los montes.

Seis de febrero con olor a sardinas asadas y a dos dedos de Ximénez en copa corta. La décima jornada de los estertores de una guerra perdida y del miedo desabrochado solo un botón del chaleco a la altura del estómago bajo la mesa. Sir Peter Chalmers-Mitchell, el ángel custodio de ambos periodistas que acaban de separar sus destinos, sintoniza en la radio el presagio de un blues con tiempo tormentoso. En esas interferencias de existencias paralelas quizás entre los diales se le crucen las voces de gala de María Casado y de Antonio Banderas narrando el próximo 6 de marzo desde un escenario vacío –que metáfora de aquella Málaga de carnaval en la que los partes de guerra de Koestler era lo único que quedaba de un desgarrador baile de máscaras- los Premios Goya y entre sus galardones “Paraíso en llamas” producido por Leticia Salvago, dirigido por José Antonio Hergueta y guionizado con destreza a cuatro manos con Regina Álvarez. La suerte está echada, susurraría seguramente el hombre de Stalin en Málaga, amparado entre palmeras del jardín su perfil seductor, su aplomo de espía de salones con sonrisa doble y entre trincheras con salvaconductos de frontera. Apenas un segundo le ilumina el gesto una llama de fósforo y madera encendiendo el cigarrillo blanco de humo negro desde el que siempre mantuvo su perspectiva en retaguardia. Oscura, en diagonal, indescifrable -propia de un personaje de Graham Greene y más recientemente de Jorge Freire en su ensayo de filosofía literaria- añorando los fabulosos dry martini de tiempos mejores en el Caleta Palace. En su paladar el sabor a adrenalina, deseo y coraje de la reportera del Arbeiderbladet, a tres columnas la crónica con pie de cerca su información gráfica.

Tropas italianas desfilando por el paseo de Reding el 8 de febrero de 1937 (Foto: AP)

Son una buena estrategia de promoción estas piezas de video que enriquecen la trama de “Paraíso en llamas”. Breves, contundentes, igual que microrrelatos. Hay en ellas un misterio de escritura invisible –uno de los libros, junto a “El cero y el infinito”- de este judío errante que también fue testigo de la caída de Paris. Un fascinante personaje al que interpretarle su empaque seductor y la ambigüedad de sus sombras como borda Pedro Casablanc en el papel carismático del aventurero – vendedor de limonada en un bazar de Palestina, viajero en Zeppelin al Polo Norte y uno de los intelectuales más controvertidos de su época que cruzó la muerte con una copa en la mano y limpios los zapatos- frente al desenlace de Málaga y de todo. Es también la piel de su voz la que lo encarna en los videos de aliento telegráfico. Pétrea de tono y escurridiza de cualquier emoción desde el 28 de enero hasta su último boletín de propaganda de pasado mañana. Una acertada performance de José Antonio Hergueta como atmósfera de prólogo a los telemáticos Goya de esta 35 edición en un Teatro Soho Caixabank sin invitados, amparado enel lema ‘El cine es de todos’. También lo es Málaga de la que quieren vender lo que tiene de alma su paisaje. No se rinde la cultura. Más trágico lo tuvo la ciudad muda, a la intemperie de la victoria a caballo aquel febrero de hace hoy 84 años. Diez mil regulares de África y voluntarios del Corpo Truppe de Musolini, feroces huestes de Queipo del Llano tomando de rehén a una Málaga de la que su gobierno republicano no negoció su rendición.

28 de enero. Últimos días de una revolución en Málaga 1937-2021 from MLK & Prod Transatlánticas on Vimeo.

29 enero. Últimos días de una revolución en Málaga, 1937-2021 from MLK & Prod Transatlánticas on Vimeo.

5 de febrero. Últimos días de una revolución. Málaga, 1937-2021 from MLK & Prod Transatlánticas on Vimeo.

De la tragedia de entonces nos quedan aún dolorosas cicatrices sin tumbas por la posterior dureza de la larga represión en la capital republicana, y muchas más penumbras en torno al éxodo de la carretera de la carnicería y la vergüenza. Nunca antes caminaron tanto el silencio y la aflicción, demacrados, tensos, con la única certeza del pánico en las pupilas de todas las edades, la sangre seca en la boca de la hambruna, los famélicos cuerpos rotos en los senderos sin hierba en dirección a una esperanza incierta. Bombas, metralla, balas silbando a dentelladas entre la lluvia atronando febrero. Nunca tan lejos Almería. Nadie ha cantado baladas violetas ni estribillos de conciencia en recuerdo de aquellos náufragos del camino. Sólo el azul mediterráneo acuna sus fantasmas sin flores rojas ni blancas sobre un puñado de tierra que los nombre. Puede que MLK termine haciéndolo en el proyecto del largo “Caleta Palace” con el que continuará “Paraíso en llamas”.

Duele la historia al escuchar estas piezas documentales de “Los últimos días de una revolución” recuperadas gracias a la Biblioteca Virtual Histórica del Archivo del PC, e impacta su significado en aquellos doce días de la Málaga cercada. De fondo en cada boletín, la música original de Isabel Royán e imágenes de César Hernando de una Málaga fantasmal durante el confinamiento. Más hermosa, en su silencio escénico con la bahía insomne donde la luna es su Farola, que aquella otra Málaga expectante y espectral sus calles deshabitadas, bajo las campanas advirtiendo de los aviones escupiendo la muerte de 300 kilos cobrándose entre sus víctimas un 55% de mujeres y de niños. Doce piezas que bien merecen su lugar de reconocimiento por su eficacia de género breve, y en su conjunto con la calidad de la factura estética, minimalista en su austeridad y notables réplicas de Ana del Arco y de Denis Rafter, de “Paraíso en llamas”. Son la marca del excelente trabajo del productor y director que nos lleva contando desde 1999 sugerentes historias, pretéritos episodios acaecidos en Málaga y arqueologías de la memoria como “Tartessos”, “Operación Úrsula”, “La fabulosa Casablanca” o “Miguel Picazo, un cineasta extramuros”. Y ahora este relato de espías que el próximo 6 de marzo paseará sigiloso alrededor de la bahía, orientados sus pasos hacia la libertad despejada de su horizonte, otra batalla en su defensa. Sin duda merece la Farola de un Goya. El nombre del pintor que de cerca retrató los horrores de otra guerra de las nuestras.

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