Mi último first date

Despues de ocho años me enfrentaba a una cita. Imagina los nervios, yo que de por si lo soy, no sabía ni que ponerme y eso que mi fondo de armario es por voluntad propia escaso. Esta vez no me planchó la camisa mi amigo Diego, en la última lo hizo y triunfé, siete años de amor-amor y una inigualable hija. Quizás por eso esta vez no funcionó la cosa.

Y no es que no pusiese de mi parte o la chica no mereciese la pena. Lo que pasó es que estoy oxidado, desacostumbrado y fuera de onda. Ahora todo es rápido y directo y no es que antes no hubiese historias de una noche, pero por lo menos a mí me sorprende la velocidad y la manera de llegar al destino, o más bien que sean ellas las que se posicionen tan claramente.

No habiamos empezado a cenar cuando interrumpió mi monólogo y me soltó «Javi, yo lo que busco es un empotrador…» . Al parecer, los últimos años de matrimonio habían sido de escaso y mal sexo, como la mayoría le dije yo. Por un momento me sentí un pedazo de carne, todo mi ser, todo yo no le interesaba lo más mínimo. Quería un empotrador.

Quizás esto forme parte del empoderamiento femenino o simplemente de que empiecen (las mujeres) a sentirse libres para opinar y decidir lo que les de la gana. Siendo honesto, en mi época, a ninguna se le ocurriría decir abiertamente que quisiesen sexo o cuantas veces y con cuantos lo habían hecho. Directamente eran señaladas como meretrices (por ser fino). Nosotros, sin embargo, cuantas más tías, más machotes y hombres éramos.

Doy por bueno el pago en esta cita que el karma me devolvió, por todos los micro, macro y súper machismos que habré hecho y dicho en mi juventud. Espero que la vida me siga poniendo en mi sitio y dándome lecciones necesarias, al menos para mí.

Al final, intimidado fingí no encontrame bien y me fuí solito a casa, porque empotrador empotrador … Soy más de amar. ¿Y tú, empotras o haces el amor?

Deja una respuesta

Your email address will not be published.

0 £0.00