Loas comunistas y fascistas a Vladimir Putin

Para la izquierda civilizada Vladimir Putin es un auténtico fascista, un nazi aunque hable de que su campaña persiga la ‘desnazificación’ de Ucrania. Para la derecha civilizada Putin es un comunista ex agente de la temible KGB y que pretende resucitar a la URSS.

Pero hay también una izquierda y una derecha sin civilizar que les une su admiración por el tirano ruso.

Pocas semanas antes de la invasión de Ucrania, Vox celebró una especie de cónclave ‘patriota’ europeo en Madrid. Allí llegaron entre otros Viktor Orbán —el mejor aliado de Putin en Occidente— y Marine Le Penquien ha tenido que destruir la tirada de su programa electoral calentito de imprenta porque salía en una foto con Putin—.

La ultraderecha ve en Putin la protección de Occidente frente a islam y la ideología de género»

Las propias relaciones de Vox con Putin no son nada claras. Para ser más precisos no hablaría de Vox, sino de ese entorno ultraconservador que le rodea y le condiciona. Las asociaciones de Hazte Oír y CitizenGo están muy centradas en mensajes contra la ideología de género y los colectivos LGTBI Q+’. Y en eso coinciden con la Iglesia Ortodoxa. Y Putin es un gran valedor de esta defensa, hasta el punto de que parte de la extrema derecha occidental ven en Putin el mejor defensor de los ‘valores de Occidente’, no solo por este tipo de políticas sino también como freno al islam, frente a un Occidente secularizado y sin valores.

Por eso Putin ha sido admirado por parte de la extrema derecha europea. Sobre todo por aquella más fascistoide. Aunque también hay una extrema derecha ’más liberal’, más proyanqui y prosionista, que ve en Putin algo así como la reencarnación de la URSS y por tanto un enemigo comunista.

Vox se aproxima mucho más a una derecha radical —liberal en lo económico, muy alejado del proteccionismo de Le Pen, por ejemplo— y además no oculta sus simpatías por la parte judía en el conflicto Israel-Palestina. Obedecería por tanto más a esa derecha dura pero alejada de Putin. ¿Qué es entonces lo que le acerca?

Pues ya en 2014 —cuando en realidad empezó la invasión rusa de Ucrania, aunque el mundo no haya despertado hasta hace apenas tres semanas—, el presidente del Departamento de Relaciones Exteriores Eclesiásticas del Patriarcado de Moscú advirtió de que el relativismo provoca «hechos inaceptables para un creyente» como «las uniones entre personas del mismo sexo, la prostitución, el aborto y la eutanasia» y abogó por trabajar junto a la Iglesia católica española para enfrentar «las amenazas del mundo moderno». Y es aquí donde un partido como Vox conecta con Putin. Incluso Donald Trump —nacionalista estadounidense y que debería recelar de una Rusia fuerte— por estas cuestiones tiene inclinaciones a favor de Putin (además de la posible intervención rusa en la victoria electoral de Trump en 2016).

Podríamos concluir entonces que Putin es un miserable fascista, criminal de guerra y que su futuro no debería ser muy diferente al de los serbios Radovan Karadzic, general Ratko Mladić o el presidente Slodoban Milosevic —por cierto, socialista—o el de otros sátrapas como el liberiano Charles Taylor.

En el escenario internacional, son las dictaduras comunistas los únicos apoyos de Putin»

Pero si vemos los escasísimos apoyos que recibe Rusia en la ONU, observamos que en todos los casos se trata de países comunistas o cuanto menos pseudocomunistas: Corea del Norte, Cuba, Venezuela, Eritrea y Siria —bajo una dictadura con mezcla de socialismo y panrabismo, lo que es el partido Baaz—.

La URSS en realidad geoestratégicamente era la prolongación del Imperio ruso. Y la Rusia de Putin —esa gran Rusia que en realidad quiere toda Ucrania, desgajar Dniéster a Moldavia, arrancar Abjasia y Osetia del Sur a Georgia, recuperar las naciones bálticas…— es la prolongación de la URSS. Es más, Putin ha logrado reconstruir una idea de nación que alude tanto a la época zarista, como a la soviética. Para él, la desintegración de la Unión Soviética ha sido «la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX».

Putin ha logrado reconstruir una idea de nación que alude tanto a la época zarista, como a la soviética»

Putin es un clarísimo ejemplo de aquello que aprendí en BUP de un profesor socialdemócrata: «los extremos se tocan». Si nos quitamos la carcasa prejuiciosa de filias y fobias que todos podamos tener, podremos observar que el parecido del fascismo con el comunismo. No olvidemos que ambos surgen del socialismo y que son los mayores responsables de la sangre europea derramada en el siglo pasado, y parece que sus resquicios siguen presentes en el XXI.

Gonzalo Sichar es doctor en Antropología y licenciado en Económicas. Profesor de Antropología en la UNED y secretario general del Centro de Investigación de los Totalitarismos y Movimientos Autoritarios (CITMA). Es autor de más de una decena de libros y coautor de otros tantos, entre ellos ‘El delirio nihilista: Un ensayo sobre los totalitarismos, nacionalismos y populismos’, prologado por Fernando Savater.

Deja una respuesta

Your email address will not be published.

0 £0.00