Carta a un joven político

Desconocido amigo. Si aún no has cumplido 22 años y ya eres miembro de un partido político, serás el concejal, el alcalde, el diputado, el consejero territorial, o el ministro de la generación de quienes ahora tienen tu misma edad, y también de otras generaciones anteriores y posteriores a la tuya.

Desconozco las razones por las que, tan precozmente, has decidido formar parte de un partido que, como bien sabes, es para los españoles la institución más desprestigiada entre todos los entes y organismos públicos. Para que te hagas una idea: el 80 % de tus compatriotas cree que los políticos anteponen sus propios intereses de clan antes que los de los administrados. Para entendernos, tanto si te consideras de derechas o de izquierdas, formáis una hermandad que piensa más en cómo mejorar su vida y la de sus correligionarios que la de los demás ciudadanos.

Pero no te alarmes, no te sientas mal, no acudas al psicólogo por este motivo. Ya tienes edad suficiente para no engañarte a ti mismo; y nadie mejor que tú sabe que, muy probablemente, has elegido estar en política por alguna de estas dos razones: quieres mejorar la sociedad en la que vives, o eres tan inteligente que sabes que la política, hoy por hoy, es el mejor ascensor social de nuestro país y, posiblemente, de la mayor parte de los 195 países que existen en el planeta.

 Si tienes verdadera vocación ya lo deben saber tus mejores amigos y tus padres: tu cualificación profesional ha pasado a segundo plano. Si estudias Derecho, Economía, Pedagogía o cualquier otra especialidad no es para ganarte la vida con ella, sino para disponer de un título universitario cuando lleguen las elecciones, y poder rellenar, aunque sea una línea de un CV vacío. ¿Imaginas: “Fulano de tal, afiliado al partido X”, como única anotación en tu hoja de servicios?.

SER POLÍTICO TE OBLIGARÁ A ACEPTAR LOS PRIVILEGIOS QUE CONLLEVA

Aun sabiendo que, – a la par del cinismo-, aprender a sobrevivir dentro del avispero que son los partidos, será la primera habilidad que te enseñen tus mayores, no puedo menos que recordarte que eres un “elegido” por la sagrada voluntad popular, y ello te da derecho, lo quieras o no, a determinados privilegios a los que añadirás otros nuevos siempre que puedas. Y lo último que querría es que te sintieras mal por disfrutarlos. Al contrario, quiero que te sientas bien en tu sacrificada profesión que, si no lo remedias ahora, será la única que conocerás.

Serás concejal con un salario superior a la media de tus vecinos si estás en una población de más de 20.000 habitantes. Si un día te quedas sin esa plaza, te acomodarán en una de las empresas más innecesarias y mejor dotadas de personal y de salarios, la Diputación. O como cargo de confianza de un alcalde. Y si gozas de la larga vida que te deseo, irás alcanzando tu máximo nivel de incompetencia que tiene su vértice en el Senado.

Soy incapaz de decirte con exactitud cuántas decenas de miles de políticos y cargos de confianza viven en España, en sus autonomías y en sus 8.131 municipios de un sueldo político exclusivamente. Porque una de las primeras lecciones que habrás recibido en el partido en el que militas será la opacidad: antes morir que hacer públicos los emolumentos, dietas y prebendas de las que disfrutas tú y tus compañeros.

Pronto sabrás que perteneces a otro mundo, que nada tiene que ver con el que te rodea: irás gratis a los conciertos y corridas de toros, no te llegará ninguna multa de tráfico, no te incomodará ningún inspector de Hacienda, no tendrás que ver tu nombre en las listas médicas de espera; y viajarás, si quieres, en los asientos más confortables en trenes y aviones. Si has alcanzado determinada categoría dispondrás de coche oficial con chófer. Y, si eres suficientemente rápido en acudir en “auxilio del vencedor”, y en eliminar eficazmente a sus enemigos internos, un día alcanzarás la gloria, y podrás disponer de un avión personal que pagarán tus compatriotas para ir a conciertos, acudir a un mitin o a una reunión en Barcelona, Bruselas, Rabat o Washington.

No caigas en las vulgaridades de los políticos de los países del centro y norte de Europa, en los que ministros e, incluso, primeros ministros, acuden a sus trabajos en su propio coche, en metro, trenes de cercanía o bicicletas; o viajan al extranjero en vuelo regulares. ¿No te daba grima ver cada verano a la canciller alemana Merkel, veraneando en las frías aguas del Mar del Norte, con un bañador que debió comprar en las rebajas de enero? Gente rara. Y toda esa exhibición de austeridad, para qué…si luego se morirán como Berlusconi y todos los que han sabido disfrutar de la vida.

Un profesor español especialista en Políticas Públicas, Víctor Lapuente, publicó hace años un artículo en el diario “El País” explicando por qué la sanidad pública tiene listas de espera y otras carencias, y cómo jamás se resolverían: “Los políticos tienen un régimen especial que les permite acudir a los mejores hospitales privados. Para ellos no existen listas de espera, ni ninguna demora en la atención médica que necesiten. ¿Por qué habrían de remediar deficiencias que ellos no sufren?”, concluía.

Hace mucho tiempo había un país muy parecido a este, pero mucho más anticuado: El parlamento hacía leyes para toda la nación. Qué disparate, ¿verdad?. Como si la Educación, la Salud, la Agricultura, la Industria, el Comercio, la lotería, el uso del agua, de las playas o el tráfico fuesen lo mismo en todo el territorio de un país tan grande como el nuestro. Así que los que te precedieron en ese partido en el que militas o haces carrera, decidieron que había que acercar la Administración a los administrados.

Y así lo hicieron, con toda razón e inteligencia, pensando siempre en el bien de los españoles: l catalanes, extremeños, valencianos, canarios, etc. Gracias a estas políticas descentralizadoras el presidente de Cataluña gana 132.855 euros al año y cuando deje el cargo tendrá un sueldo vitalicio. El de Castilla La Mancha, sólo 86.454. Y el de Andalucía 71.667. ¿Que las Autonomías hacen más eficaces los recursos públicos? Eso, ni se pregunta. Tenemos 17 parlamentos autonómicos legislando de forma diferente sobre los mismos asuntos. Generamos diez veces más normas legislativas que los atrasados alemanes. Y nada impide que España sea campeona de Europa en desempleo, en paro juvenil, en abandono escolar, y tengamos una Tasa de Actividad (personas en edad de trabajar entre 16 y 65 años, diecisiete puntos inferior a la de los países de la zona euro).

NO OLVIDES QUE ERES UN ELEGIDO

Te diré que me preocupa cuando tus amigos del partido pierden algún privilegio. Por ejemplo, hasta hace bien poco, cuando se inauguraba algo importante se ponía una placa con su nombre y delante de él, Ilustrísimo o Excmo. Para que quedara claro que aquél hombre no era un hombre o una mujer cualquiera. Sí, ya sé qué significa la palabra “DEMOCRACIA”, del griego. Pero hasta los romanos tenían ropas especiales para sus senadores. No confundamos la democracia con el populismo: “¡todos somos iguales!”. De eso nada; porque si no, querido joven, para qué te pasas tantas horas en la sede, en comidas, en fiestas patronales, etc. Precisamente, una de las características de esos extraños países del norte de Europa que ni siquiera son católicos, es que los días de descanso son sagrados también para el primer ministro, y establecen “turnos de guardia” entre los ministros para el fin de semana.

Pero tú, – pobre joven con vocación de sacrificio-, además de renunciar a una profesión brillante y bien pagada, te obligas a no tener vida familiar: deberás salir en las procesiones, acudir a los barrios para poner a prueba tu salud con tantas comidas y bebidas insanas, viajar invitado por colegas que quieren que conozcas la magnífica gestión que hace en su localidad, y no te quedará más remedio que acudir cuando el presidente de una Asociación de Vecinos organice un campeonato de petanca.

Y, por si fuera poco, tendrás que legislar contra tus convicciones porque así lo exigen los tiempos. Todo el mundo sabe que en los países de clima mediterráneo o semidesértico como es el caso de Andalucía, las presas y los trasvases son el remedio para garantizar el agua para los cultivos y el turismo en los años de sequía. Así es desde Asiria, hace cinco mil años. Pues renuncia a tu desfasada cultura.

En fin, querido joven. No quiero que entres en depresión sabiendo el futuro que te espera. Sobre todo, si se imponen en España las costumbres bárbaras de los países del Centro y del Norte de Europa por las que los políticos son ciudadanos obligados a ser ejemplares: a viajar en transporte público, a no conducir bajo los efectos del alcohol, a que te llamen con un simple “don” delante de tu nombre, aunque seas ministro o presidente, a comprar en el Supermercado de tu barrio, a librarte de amistades peligrosas que, normalmente, son más ricas que tú.

Un último consejo. A pesar de todas las tentaciones, intenta no perder los sentimientos. Recuerda que existen pobres, parados, gente sin hogar, listas de espera que producen muertes prematuras, jóvenes que no pueden formar un hogar porque no pueden pagar una vivienda libre. No es necesario que renuncies a tus privilegios. Pero no olvides quién paga tu salario, quién te eligió sin conocerte, en una lista en la que no pudo intervenir. En fin, recuerda que una vez quisiste mejorar el mundo. Inténtalo. Con todo mi afecto, te deseo lo mejor.  

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