Un mal gobierno o un mal sistema

Cierto es que el eclecticismo, como todo en este planeta, tiene su parte buena y la contraria. En su parte negativa vemos que se acerca o es transversal, sin buscar el nexo común, a lo que decían en una frase conocida los hermanos Marx, ‘estos son mis principios y si no le gustan tengo otros’, mucho que ver con el relativismo actual y la ambigüedad.

Nuestro actual presidente, el señor Sánchez, es proclive a todos estos tipos de estilos aplicándolos a la política. Puede ser al mismo tiempo trumpista, comunista, socialista, neoliberal, socialdemócrata, libertario o lo que más convenga en el momento que él crea oportuno.

El sistema actual lo permite, un sistema basado en unos falsos principios democráticos, un sistema que permite no respetar la independencia de las instituciones, que permite la intromisión y la contaminación, entre los diferentes poderes públicos. Un sistema que permite el chantaje y la compra de voluntades de los medios de comunicación mediante el abastecimiento de una publicidad tributaria, donde reducir el flujo de ese grifo, supondría una merma en los recursos económicos de los mismos, y como consecuencia la perdida de difusión e influencia. Unos medios algunos de ellos pretendidamente independientes, que además y encima se han visto señalados y acusados de falta de rigor y con un conato de amenaza de hacer ciertas purgas, si no se portan bien con quien les amamantan con recursos económicos.

Un sistema bastante útil para los que quieren practicar una política de capricho, un sistema poroso que permite que elementos antidemocráticos estén ocupando lugares preminentes dentro de un circulo predominante, que permite que ciertas minorías tengan la oportunidad de marcar el paso de una sociedad abúlica, aunque hayan sido y sean respetados y reconocidos los derechos que le correspondan, sus objetivos sobrepasan la continencia y la propiedad intelectual, pretendiendo imponer una autoridad moral y ética sectaria de corte catecúmeno.

El señor Sánchez, ha hecho uso y abuso de todas estas posibilidades que le oferta el actual sistema, en vez de intentar modificar los puntos negros del mismo, los ha reforzado y utilizado a su favor, con la oportunidad única que le da estar al frente de un gobierno y manejar miles de millones de euros y gozar de una información privilegiada.

Hay leyes que cuando se generan, sirven para facilitar y ayudar al ciudadano a gozar de una vida mejor. Ese debería de ser el primer objetivo de un buen político, fomentar leyes para el mejor desarrollo y evolución de las sociedades, nunca para perjudicarlas. En ésta legislatura hemos visto y comprobado como muchas de las leyes que se han generado, solo han servido para rellenar hojas de papel y tratar de convencer al ciudadano que sus sueños húmedos se harán realidad en un futuro sin determinar, pero por lo general muy lejano. Otras, sin embargo, si han sido efectivas de inmediato en su aplicación, y por no extender el texto, solamente fijándonos en la repercusión negativa que ha tenido la ley del “Si es si” nos daremos cuenta del daño tan ingente para la sociedad, que ha supuesto el que gente tan indeseable tenga la oportunidad de burlarse de una ciudadanía que les había condenado, pasándose el gobierno por el forro, las recomendaciones instruidas de los entendidos en leyes.

No sé, de donde partió el término “sanchismo” pero no hay duda que el presidente ha particularizado y personalizado un estilo político, con el que incluso algunas personas de su círculo y por supuesto de su partido, no están de acuerdo. Pero la arrogancia y la imposición, se ve, que está por encima de la lógica, la coherencia y la disconformidad.

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